viernes, 18 de junio de 2010

CUANDO EL AMOR SE HIZO REALIDAD


La tarde se esfumaba lentamente. Recostado en el sofá de la sala preparaba la situación que había acordado con ella en la mañana. Una canción sonaba tiste como anunciando el desvelo de lo prohibido que estaba por nacer[1]. Los nervios se apoderaron de su cuerpo mientras avanzaban los minutos. El tic tac del reloj de la sala parecían golpear esa sensación de felicidad que a veces nos vemos como cundo nos regalan un juguete nuevo. Se levantó, se miró en el espejo. Observó sus facciones. ¿he cambiado?-se auto preguntó.. Los años no pasan en vano. Le asaltó el temor que en la cita no esté a la altura de las circunstancias.


Se bañó y raudamente salió a la cita. Pensó cual sería el mejor lugar para el encuentro. Tenía que ser un lugar discreto, alejado de todos los espacios donde a ella no la puedan reconocer y en el cual se podrían sentirse libres. Escogió un hotel en las afueras de la ciudad. Habló con el cuartelero, le explico la situación de modo que separó la habitación previamente por si acaso ambos decidieran no hacerlo.


Ella acudió como siempre a sus estudios de idiomas . En clase se la pasó pensando en lo estaba ocurriendo. Reflexionó sobre los días anteriores que vivió junto a él. Aquello no era fruto de una calentura ni de que ella fuera sinvergüenza o algo parecido, simplemente su cuerpo y su razón estaban sintiendo algo extraordinario por ese hombre quien amaba desde los tiempos universitarios. Siempre se habían atraído y con los días junto a él la atracción había sobrepasado los límites del sentimiento,


Soy muy egoísta – se dijo para sí. Mientras la profesora se esforzaba en captar la atención con una frase célebre de Musset[2]: Une larme en dit plus que tu nen pourrais dire: una larme a son prix: ces la soeur de un sourire.[3]


A partir de ese momento y aunque le dolía lo que le estaba haciendo a su esposo había cierta tranquilidad porque la verdad estaba sintiendo que lo que ese hombre había despertado en ella era un sentimiento de cariño inmenso. Sintió que después de tantos años otro hombre estaba dedicándole tiempo y estaba esforzándose por hacerla sentir importante. Se dio el derecho a fallar, borró de su mente todo lo que pudiera mortificarle y pensó "ojos que no ven corazón que no siente", Su marido nunca tendría que enterarse y la mentira iba a ser solo suya, Sintió un renacer en su ser y se dispuso a disfrutar de este recreo que le estaba dando la vida después de tantos años.


Con los nervios de punta la esperó en el lugar indicado. 8 pm. La hora exacta, y cual fantasmal figura apareció ella. A la distancia parecía que su cuerpo avanzaba lentamente, se sentía una pena en la caminata. La luna llena era muda testigo de esas dos almas que estaba a punto de cumplir con el destino.


- Hola – dijo. vámonos ya.


Tomo el primer taxi y enrumbaron al lugar que él había elegido. En el taxi le tomo de la mano. Ambos estaban nerviosos. Las palpitaciones iban y venían de un corazón a otro. Ella le soltó la mano. El taxista había escogido una ruta muy abierta, céntrica, donde se corría el peligro de que en algún momento un amigo o conocido los reconociera allí.


- Amigo -. dijo dirigiéndose al chofer- . Tome otra ruta por favor. No se preocupe por el costo.
El taxi cambio de dirección y enrumbo por una vía altera, poca transitable y despejada de transeúntes curiosos. Llegaron al lugar señalado. Bajo, abrió la puerta del taxi. Ella bajó. Quiso dar marcha atrás. Subirse de nuevo al taxi. Pero algo le decía que No, ya estaba allí y era la oportunidad que siempre había deseado.


Pagó al taxista y tomándola de la mano ingresaron a una callecita estrecha, semi oscura. Lo había planeado todo de manera que por donde caminasen no hubiera observadores curiosos ni posibles amistades que los reconocieran en este acto de amor. Antes de llegar llamó al cuartelero avisándolo que ya estaba llegando y que abriera la puerta.


Llegaron. Saludaron e ingresaron. Subieron al tercer piso. De nuevo esas escaleras, parecían dos seres subiendo al cadalso. Llegaron a la habitación: 304.


- ¿Aún estamos a tiempo de no hacer esto? Le dijo.
- Abre. Ya estamos aquí – dijo ella con un tono poco displicente.


Entraron y la oscuridad de la habitación sirvió para que el silencio – esa constante previa en toda decisión- reinase. El se acercó a la ventana, las que abrió de par en par. Un televisor, un ventilador en el techo, una mesa de noche con su lámpara. Una cómoda con jaboncillo y papel higiénico, una cama. Un baño. El contexto de la noche de sus vidas.


Sentada en la cama, y él de pie en la ventana se miraron y se podía escuchar las palpitaciones, ese respirar entrecortado que solo se da entre quienes hacen del amor una ilusión y una aspiración a vivirlo intensamente.


- Ven - dijo ella- , ya estamos aquí, ¿no es lo que queríamos los dos?
- Tengo miedo, me siento nervioso, nunca me habían sudado las manos. Expresó tratando de excusarse- no sé si esto es lo que verdaderamente deseamos los dos.
- Yo también estoy nerviosa.- Dijo ella en un intento de asumir con entereza el error de estar allí, pero pudo más el deseo de cumplir con el pasado.

Se abrazaron y recostaron en la cama con la ropa aún puesta. Mirando el techo donde el ventilador destartalado giraba y giraba, Él comentó lo de aquella vez en que sin pensarlo estuvieron a punto de hacerlo en un camino rural.


- ¿por qué tienes miedo? - Preguntó, intentando disimular quizá sus propios temores
- Es que soy virgen. dijo sonriendo por la estupidez – mientras acercaba sus labios al lóbulo de la oreja cándidamente atenta a las palabras. Tras ese beso vino el amor.
- No, espera…–dijo mientras se sacaba el anillo matrimonial y lo guardaba en su cartera, sintió las primeras caricias, se estiró intentado detener esa vorágine que se acercaba. Un temblor estremeció su cuerpo,


Se detuvieron. Se desvistieron lentamente, intentando reconocerse el uno al otro. Desnudos los dos poco importaba el mundo allá afuera. No importa a si sus cuerpos habían cambiado por el tiempo. Ya no existía el pasado, solo el presente. El futuro seria el mañana al despertar cada quien con su cada cual.


No hubo más palabras. Recorrió cada centímetro de su cuerpo. Un beso tierno en los labios precedió el descenso hacia las montañas más sublimes coronadas por un pico que en su momento dio vida, Los besó, los saboreó, los engulló como un niño en su primera lactancia. Regresó a los labios que se ofrecían y exclamaban su nombre intermitente. Se confundieron en un largo beso, como deseando cobrarse la revancha de tantos años acumulados.


- Ven- le dijo- mientras se acomodaba entre sus piernas,


El cambió de posición intentando que sea ella quien asumiera la conducción de ese placebo. Subió encima de él. Poco a poco se fue apoderando de ese cuerpo, asumiendo ser la mujer de ese hombre, el que le pertenecía desde que lo conoció. Poco a poco fue moviéndose, mientras el acariciaba su vientre, su pecho, y fue el momento sublime. Ella subió sobre Él. Sintió como su pene entraba de a poco dentro de ella, fue una sensación tan extraña pero al mismo tiempo tan excitante, que con solo pensar que estaba ocurriendo lo que tanto habían deseado, no pudo aguantar los suspiros ni los gemidos, y mientras el se movía su compas, ella le abrazaba con sus manos y sus piernas pues quería sentirlo muy junto a sí, en ese momento tan especial. Los dos siendo uno.


Fueron interminables minutos, dos horas de pasión, donde se sintieron dioses, acróbatas y sobretodo humanos. Es que construir un amor, no hacerlo, es toda una cuestión de fe .Hay que entregarlo todo en ese momento. Y los dos se entregaron más que el alma. Allá afuera en la calle, la noche en su complicidad absoluta continuaba avanzando su noctambula oscuridad.


Descansaron un momento. Ella de espaldas y el abrazándola tiernamente mientras su manos acariciaban los pechos que aún, estremecidos por la sensaciones que producen un roce se esmeraban en no sucumbir a la excitación. Espera un poco – le dijo – tengo que decirte algo. A Él le importaba poco lo que dijera. No había más barreras entre los dos., Estar juntos importaba.


¿Qué pasa? – preguntó mientras acariciaba la cadera que recostada se ofrecía cual portentoso universo.
- Tengo miedo de lo que pasará mañana –dijo mientras su voz se apagaba por esa sensación que te ahoga cuando te viene el llanto.
- No había pensado en eso. contestó El, mientras se apartaba de ella y alejándose tomó una silla y encendió un cigarrillo. Ella se incorporó sobre la cama y con la almohada cubriendo su sexo inquirió :
- No fumes por favor..


Pero Él no hizo caso. Aspiró una bocanada de humo y la realidad del mañana poco a poco le fue ganando la batalla de la irrealidad. La conciencia había asaltado a esos dos cuerpos en la cama. La sensación de lo prohibido apareció de pronto .Pero ¿qué fue lo que la trajo a la realidad? Se preguntó mientras la observaba rendida, allí en el lecho, donde hasta hace pocos minutos eran uno. Encendió la televisión, Busco VH1 y apareció el video de “Juliet”[4].


- ¿algunas vez escuchaste esta canción? . le preguntó cómo tratando de apaciguar la conversación y de la cual ya sabía muy bien donde iba a culminar
- Sí…, pero no me has contestado – replicó ella.
- Creo que esperamos tanto tiempo este momento para decirnos Adiós. Eso lo sé bien. Tú tenías razón cuando dijiste que esta sería una buena manera para cerrar el capítulo en nuestras vidas. Y es incongruente la sensación de hacer el amor y decir hasta nunca en el preciso momento que juntos llegamos a la concreción del mismo
- Compréndeme…, hoy he sido la mujer más feliz del mundo. He llegado a conocer lo que es verdaderamente sentirse una mujer amada y deseada. He reconocido en ti al hombre que debió ser mi acompañante de toda la vida. Te he amado siempre y esta noche te demostré cuan mujer debí ser para ti. Pero existe más de una galaxia entre nosotros. Y en medio de ella están mis hijos y mi esposo. Eso lo sabes bien.
- Tienes razón en todo. pero sabes , te olvidaste de algo.-le dijo


Mientras apagaba el cigarrillo y volcándose sobre ella, le cogió las manos y mirándola a los ojos volvió a acariciarla como al inicio. Entonces ella se olvidó de todo. Se fundió con el nuevamente en esa locura del sexo sin complejos ni temores. Simplemente ella se dejo estar.


La empezó a besar toda y a pasar las manos por ese cuerpo. Ella hervía de pasión. Su lengua recorrió su boca, su cuello y se fue deslizando por sus pechos. Mordisqueó los pezones y su mano empezó a frotarse, primero suavemente, en aquel vello púbico, donde sobresale un monte que más tarde habíase de escalar. El calor les fue inundando su mundo. La lengua de Él siguió bajando, recorrió su ombligo y siguió su camino. Con las dos manos abrió sus piernas que beso en toda su extensión, se adueñó de su más intima posesión. Su lengua empezó a pasarse por los costados de los labios, lamió sus labios menores y llegó allí, al clítoris. Movía la lengua increíblemente bien, rápido, lento, rápido. Ella casi enloquecida solo atinaba a gemir y e invocar el nombre del ser que hasta ese entonces, le hacía ver que el sexo era mucho más que un simple contacto corporal o la obligación de un viernes con su esposo, y que el pasado tenía muchas razones para ser un presente.


Reconocerionse de nuevo como hombre y mujer. No había espacio en la habitación que para ellos, en ese momento, era su universo. Se exploraron hasta el último poro de sus cuerpos.


Eran dos seres explorando ese edén, sin importarles el árbol prohibido ni la decencia. Y en el éxtasis final, cuando todo llega a las estrellas, cuando se te van las fuerzas y te llega esa explosión de segundos , ella le confesó su amor y le ofrendó su alma en un juramento que culmino con más de un ¡ Dios mío…Dios mío..!
- Ya es tarde Ethan – dijo. mientras acomodaba sus cabellos- . Te amo…pero esto tiene que acabar – le confesó mientras miraba absorta la habitación, como tratando de impregnar en su mente esa escena para toda la vida.
- Yo también Te amo Jamile .. realmente fue maravilloso estar así los dos, ¿te diste cuenta que fue nuestra primera y última vez? – preguntó, intentando quizá escuchar que no se acaba así el amor.


Ella buscó sus ropas que tiradas en el suelo evidenciaban la lucha sostenida horas antes. Se fue al baño. Buscó el anillo matrimonial en su cartera. Lo miró, lo estrechó contra su pecho. Intentó tirarlo por el inodoro en un arranque de cólera. Se detuvo. Se lo colocó nuevamente y ante el espejo se reconoció nuevamente como señora.


Al salir, el se había vestido y acomodaba sus cosas que también estaba desperdigadas.


- Te acompaño …
- No- dijo ella- , no creo que sea lo prudente. Aquí termino esto, por favor, No lo hagas mas difícil
- Está bien…vámonos….


Eran las 11 de la noche y dos seres avanzaban lentamente por una calle desierta. No hablaron más. Detuvieron un Taxi y en el camino, solo las miradas intentaba decir un te amo y un lo siento. Se cogieron de la mano y de pronto sonó el celular. Ella le mostró dándole a entender quien la llamaba. Era su esposo, quien había regresado temprano a casa tras una reunión aburrida en el Colegio de Ingenieros.


- Alo… Hola mi amor…. Si….ya estoy en camino,… Nos vemos en casa….. No te preocupes,…. Si…. estoy bien.- Colgó el celular y no hubo que dar explicación alguna.


Él detuvo el auto. Pagó al taxista y se bajó. Ella siguió el camino sola, pensando quizá en como seria el mañana o en lo que tendría que decir a su esposo al llegar a casa. Mientras tanto, allá en el ovalo un ser regresaba a casa derrotado….



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[1] “Pasión prohibida” de la banda RataBlanca.
[2] Alfred de Musset (1810-1857), poeta romántico francés nacido en París, donde estudió, durante un breve periodo, derecho y medicina. En 1833 se enamoró de la escritora francesa George Sand. Con ella viajó a Italia, pero tras una prolongada serie de disputas regresó a Francia solo en 1834. Su novela autobiográfica La confesión de un hijo del siglo (1836) habla de esta relación, así como de la filosofía de su desencanto artístico y político.
[3] “Una lágrima dice más que cualquier palabra. La lágrima tiene un gran valor: es la hermana de la sonrisa”.
[4] “ Juliet” de Robín Gibb

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TEN CUIDADO CON EL AMOR

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Rudy Mendoza Palacios
 
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